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viernes, 17 de septiembre de 2010

Poemario - Las campanas de la muerte espiritual.

Poesía
Las campanas de la muerte espiritual.

Belleza inundada en la terraza de las ciénagas.
Como quien busca encallar en un mar picado.
Es más fácil sembrar los pies en un suelo empinado.
Fealdad disgustada en la arena, que es su morada.
Vanidades de estrellas de mares, ellas están caladas.

Sonaron las campanas...
Mi vida dejo de existir,
Cuando resuenan las campanas,
De la muerte espiritual.

Las vértebras del camino
Resuenan al compás,
Del lánguido armazón,
Es el triste corazón,
De un hombre,
Que ocasiono dolor,
A un espíritu celeste,
Desdichado con pudor,
Al quererle curar,
Y tenuemente tocar
Sus ya lastimadas alas.

Resuenan las campanas...
Y mi alma reposa,
En el áspero fuelle,
Del tren con su espesa
Noche en gris y velas,
Que me transportara a la ruta,
A la esfera que transito,
La muerte en cera.

Resonaron las campanas...
Y la savia fluyó al exterior,
Del caparazón por causa,
De la muerte espiritual.

Sonaron, otra vez, las campanas…
Y ahora yacen rotas a lo largo,
Del árbol con sombra de campanario.
Es un símbolo sublime, por el sonido,
Que despertó de la muerte espiritual.




Poesía
Tamos de cenizas

Un olor a óbito,
En el desierto de Megido
A causa de las guerras pasadas,
Que desde tiempos del pasado
Fueron de exterminio y anunciadas.

Dejando huellas de goces y réplicas de miserias.
El hombre cree ser el dios que domina la tierra.
Se divide en dos el mundo y el mundo
A pedazos se reparte al corrupto,
Se acabo la integridad, no hay misericordia.

Y el justificado morirá por su inocencia,
El verdugo será juzgado por su maldad.
Condenado al lago de fuego y de azufre.
Trompetas y copas se quebrantaran.
Ensordeciendo y manchando el mar.

Desde el trono blanco marfil,
Se cuentan las horas del fin.
Ojo del verbo, garganta de trueno, imponente.
Talones lindantes en cada continente.
Lapidas sin nombres en las tierras estériles.

Soldados sin armaduras, ni espada, en ardiente metal.
Edificaciones sin rocas ni piedras y en fuego mortal.
Marcharon convertidos en arena del desierto.
Lucharon dejando tamos de cenizas,
Y los huesos ennegrecidas y roídas,
Solo quedaron aguas turbias, todo yerto.




Poesía
¡Domingo sangriento!

Del nuevo día, nace un viejo despertar.
Del viejo despertar, una vivencia más.
Que tristeza es ver y recordar
Al levantar la mirada,
Memorizando con imagen clara
A los girasoles y saúcos marchitos,
Remarcan en amarillo, la calle, su división.

¡Domingo sangriento, domingo sangriento!

Un pésame pretende ser murmullo,
Se vierte entre botones de una camisa roja,
Con rayas y cuadros negros, con el sol al descubierto.
Por donde el cuello apretado, traga.
Aflojando el nudo de la corbata,
Que no tengo puesto.
Terminando de acalambrar las coyunturas,
Al escuchar su seco eco,
Hasta la punta de los zapatos,
Que tanto detesto.

¡Domingo sangriento, domingo sangriento!

Los ojos perciben el eclipse de las sombras.
Urgiendo remediar sus miedos,
Usurpando a cada paso,
El declive de hilos remansos
Y de tórridos romances.
Condenan, en las ciénagas profundas,
Un mar de amores eternos y secretos.

¡Domingo sangriento, domingo sangriento!

Hoy siento un nuevo sentimiento,
Que me sacrifica y me mata.
Me delata el rechazo de un simple tierno beso.
Se dilata mi alma, acompañando a soledad y timidez.
Pero me encuentro con desdicha y estupidez.
Al permitir la entrada de una pena interminable,
Esperando en vano que se acabe.

¡Domingo sangriento, domingo sangriento!

Despertares que se escuchan en un infinito.
El auge inesperado, marcado en mi palma con desafió.
Semillas que crecen con las raíces disparadas al cielo.
Sedientos de agua y de dulces sueños.
He descubierto algo, los anales de las mentiras
Se han ocultado desde antes de los primeros milenios
Ya reclaman hoy a la razón engañosa ser despertados
En un diluvio de hojas marchitas y de peñascos demacrados.
Se escapan evolucionando en mariposas negras
Con dolores de estigma mimetizado,
Al centro de la eterna y dichosa verdad.

¡Domingo sangriento, domingo cuajado!
¡Por fin el domingo esta sellado!



Poesía
Alma Dolorosa

Alma dolorosa, pedazo de gota,
Su lágrima ha caído.
La sed de amor que tiene, nadie le ve.
Por no ver lo ciego que está.
Si muere por dentro que pasará.
Buscando salida, ahuyenta la verdad.

Dios antepuso buenos sentimientos.
En aquel joven que mira los horizontes.
Pero estos yacen carcomidos,
Por pesares terrenales.
Y sus gemidos son inaudibles.
Sé que es más horrible,
El dolor que te atormenta,
Y que uno mismo lo alimenta.

Alma dolorosa, pedazo de gota,
Su lágrima ha caído.
Él jamás lograra levantarse
Si no mira hacia delante.
Si se mantiene humanamente solo,
No volverá a ver sus sueños,
Sus anhelos en el cielo.

Alma dolorosa, pedazo de gota,
Su lágrima ha caído.
De sus ojos verdes pardos,
La esperanza vivaz brilla.
Mira el cielo infinito,
Y medita sentado en la roca,
En su anhelo pendiente,
Sintiéndose amado.




Poesía
Dolor interior

Parte del bien interior
Es el de aprender a sufrir
Superando el tormento con la paz
Parte del mal interior
Es el de aprender a odiar
Aprendes más sin razones
Cuando niño solitario.

Un sufrimiento superado
Puerilmente engañado,
Saturado de los gritos,
Alterando los nervios,
Y asientes la amargura.
Padeciendo en las miserias,
Cebando las encarnadas agonías.
Desluce el miedo con su espesura,
Cediendo la integridad,
Con tendencias de oscuridad.

Dolor interior,
Es más que dolor,
Y es dolor al amor.
No sanan mis dolencias,
En la soledad quiero habitar.
Pedir compasión y desgarrar,
Esto no consolara mis penas.
¡Sabes bien que no, que no!

Arrepentido de no poder complacer
Aquel corazón que tarde en ver
Todo el bien y todo mal
Es lo único que rige en mí
Un dolor interior que soporte,
En el cercano fin.

Vivir al tiempo de un destino sellado
Con la fuerza de este ser
Antes de volver nacer
Sin falto de sabiduría
Y de muchos sufrimientos.
El ciego cree ver al escuchar mentiras.




Poesía
Anhelo perdido

Perdónenme, de mí a muerto el joven romántico,
Reservando la timidez en el cajón de mí cuarto,
Ahora es mejor el que quiere conquistar al mundo,
De su afán, no volverá, pero lo siento, lo he matado.

Dame un beso que desde hace mucho lo anhelo
Aunque sea de placer o te robare el alma
Hasta saciarme y muriendo en ti la calma.
Sé muy bien que no tiene fin, lo vano placentero.
Juro a Dios, que si llegase el día de escuchar
El rotundo ¡NO!
Jamás volvería a ver a los ojos de una mujer.
¡Jamás!

Perdóname, por que fuisteis quien podía amar,
Por toda la infinita gloria venidera.
Pero me quedo, por que más ame al mundo.
Sin darme cuenta que el camino, la verdad y la vida
Están escritos en el amor de un Padre.

¡Burladores! Saben cuan avergonzado estuve
Y saben cuan avergonzado deje a aquel
Que me levanto en plenitud,
De todas las veces que me he caído.
Solo él me levanta como un justificado pidiendo perdón.
Quiero vivir, no dejarme vencer, pero aun estoy aquí
En el mundo desechado, en el suelo.

Te llore con un ojo, por que te perdí,
Pero no te llore con el otro,
Por que me libere de ti.

Cuando el hombre demuestra
Su sentir, es rechazado.
Si guarda su sentir, es molestado.
Pero si nada siente, es reclamado
El sentir que no existe.

Es en vano buscar lo perdido
Aunque lo intentes, lamentablemente
Nunca más vuelve y pueda que
Se apague todo el corazón.

Déjenme, solo estoy y quiero estar.
Es mejor olvidar él por que,
Recordar que ya no.
Y volver a empezar
Todo lo cumplido para terminar.
Antes sé que fueron promesas,
Anhelos hechos con mucho empeño
Siempre vigentes, latentes,
Nunca mueren y nunca morirán.

A veces las razones de estar,
Sentirse dispuesto o proponerse algo.
No existen antes, sino después.
Parte del bien interior,
Es el sufrimiento
Aprendido y superado.
Parte del mal interior,
Es el de aprender a odiar.
Aprendes más sin razones
Cuando niño solitario.

Déjame, una promesa me he hecho
Para estar solo, prefiero el de estar conmigo
Meditando el sueño que nunca he tenido.
Pidiendo que se realicé en mi realidad
El de vivir contigo, soñar contigo, amar contigo.

Olvídenme, que no quiero lastima, ni compasión,
Ni tu dolor, de parte de nadie, de alguien o persona justa.
Nunca viviría la verdad, absorbiendo oleajes nocivos.
Buscare el verdadero camino solo y acompañado.
La ayuda que tanto he clamado,
Espero que nunca sea en vano.

Olvídame, si ni siquiera me conoces y
Ni quieres conocerme, algo mutuo quiero,
Lo reciproco, lo sencillo, lo vivido.
Pretendo ilusionarme por última vez
Y ni siquiera la ilusión es contigo,
No es enamorarme de ti.
No quiero que sepas quien es,
No quiero que me veas a los ojos,
Ni a mi alma, no soy digno de ti.
Por que la rosa blanca,
No estuvieron en tus manos
De mi parte fue un regalo
En el día de la amistad.
Por eso perdóname, déjame y olvídame.
Que no volveré a nacer,
Perdiéndome en mí anhelo perdido.





Anhelo sepultado

Despierta, que el soñar y fantasear es dejado a los hombres débiles.
Por tanto en el día se mantienen los ojos abiertos a toda realidad.
Para que disfrutar de los anhelos aún dormidos ¡Pero que ociosidad!
La felicidad se te ha quitado, no sonrías a la vida inicua ¡Si siempre finges!

Despiértame, si todo hombre guardara todo anhelo,
Despreciando a la larga el propio tesoro que amó,
¿Tendrá, en su pronto porvenir, otros anhelos más valiosos?

Ocultaré, todo mi dolor a los ojos que desprecian el clamor.
Todo lo deseado, conquistado y amado, no se puede obtener,
No obstante el hombre sin anhelos, invencible es.
Anhelo perdido y sepultado,
¡No revivas jamás!
Si vuelves a palpar mi mano,
Tentándome para volver a soñar,
Te aseguro, ¡pronto al abismo te iras!
Sufro con el llanto, perdido.
Amo el sollozar, soñando.

Ocúltame, perpetuamente de aquellos que tienen
Una naturaleza figurada en lo espiritual y victoriosa,
Porque de su mucho afán gozan,
Pretenden alcanzar metas equivocadas.

Desvanece, todo anhelo perdido está y estará en la desidia,
No abra salida, ni por la entrada que jamás fue cerrada.
No abriré mi centro lucido, ellos matan mis pasiones,
Por demostrar y querer compartir mis capacidades.
Rechazaron mis puros recuerdos y anhelos ya sepultados.
Decidí apartar y no pactar con los compasivos engañosos y fatuos.

Desvanéceme, olvidándome eternamente en la faz del abismo.
Abandóname, humanamente solo estoy, el huérfano perdido,
Que sin madre lo sepultaron vivo, en vez de fango,
Agua salada arrojaron, fue el desalmado y funesto ente
Que mató el anhelo, deshonro con inevitable coraje.

Fue quien me despertó y ablando en mis ojos el realismo,
Ocultó por mí aquella dolencia, fue de mí una enfermedad.
Y así desvaneciendo de mi furtivo espíritu la florida estrella.
La escogida para mi irreal bien, ahora quiero quien me aborrezca.
Sepultado amor, inhumado ser, la silueta del verdugo veía,
Mientras en tierra, implorando un poco de agua, arrodillado yacía.
Triste por el recuerdo de mi anhelo perdido que hoy he sepultado.



Anhelo revivido.

Se de un día que será pacifico,
De hecho he tenido mis días en pos de guerras.
Mácula, jamás días llenos de paz.

Tan lleno de tormentos y espantos.
Los sufrimientos me dejaron con fracasos.
Ella me dijo la verdad, mi anhelo.
Por eso actué con esta decisión,
Sabía lo que hacia, ella igual, con despecho.

Consiente de que mis acciones
Seguían al pie de la letra,
De lo que yo escribo,
De lo que una vez me dijo.

Mi promesa fue de protegerla,
Acosta de cualquier peligro y de cualquiera
Que se empeñe en dañar a mi estrella.
Hoy ya no tengo ese deber.
¿Entonces de que me vale
Estas y esas palabras que predique?

Si hoy no tengo ya el poder de seguir luchando.
Es posible que diga: “Le olvide eternamente”
Es fácil decirlo pero en el fondo
Aún lo razono de esta forma:
“El recuerdo es pasivo
En cada momento que agonizo”
No es posible que me engañe así de fácil.
Esta experiencia ha de valer mucho para el futuro.

Me he lanzado una maldición,
Para el día en que ella me corresponda.
Será el día en que de verdad la olvide.
Para dejarla entre renglones…
Para luego volver a estar solo,
Y alcanzar una nueva estrella.

Para que tener a alguien a tu lado
Con quien compartir,
Si al final te quita todo.

Si he de quedarme solo,
Con todos los despojos
De mi propia existencia.
Que Él me diga si ha revivido ella y mi anhelo.
Para que pronto en aquel destino final,
Se derramen en el vertedero del insomnio.

Hoy puedo decir que mi promesa,
Mi decisión es definitiva.
Que si he de estar solo,
Que viva solo,
Que duerma solo,
Además, que llore solo,
Que ría solo,
Que madure solo,
Y que sucumbe solo.

Si he de estar solo,
Suplico estas importantes,
Fases de la vida humana.
He concluido en este edema,
De emociones y es definitivo.
Si fallezco joven,
No tendré pesares cuando sea viejo…

Si vivo envejecido y con hijos,
La abundancia de pesares que vendrán,
A mis años que me quedan,
Serian como mis hijos bastardos.
Si he de estar solo, que así sea.
Aunque el anhelo, logre ser revivido.




Poesía
Temor a la vida.

Caída libre es, sin la cuerda de la vida.
Andaré errante, distante, desolado.
Sin un destino escrito, anónimo, ignoto.

Razones engañosas son, cuando los añejos señores,
Se jactan en si mismos, para buscar la felicidad.
Los afanes de conseguir en vida, la eternidad.
Volver a ver aquellos ojos, que me quieren seducir a los placeres.

No temiendo a la propia muerte, imagine mi eterna vida.
Al recorrer mi fuerza interior, escudriñando las respuestas.
Sintiendo la nada, los labios besé… cerradas las puertas,
No logro entender, porqué, no sé… abiertas las vistas.
Al enorme vacío de mi interior, se precipitó el temor a la vida.

Como el hambre que tiene la muerte.
Él que es muy decente, aparentemente,
Ha preguntado la hora de mi partida.
Y mi respuesta fue, sin tardía,
¡Hasta el último amanecer!
Objetó, la muerte, astutamente
¡La de tu viciosa vida de este día!

Hasta la esquina caminó,
Y en silencio prosiguió.
Esperando a que yo,
Le siguiera su lento paso,
Que me hacía inmortalizar, al raso,
En mi pronta memoria deslucida
El temor a la vida.




Soneto
Pesadillas y Quimeras.

Arrastrando la estrella vaga,
Se mese la luna al infinito portal.
Descansa la pesadilla de un mortal,
En la arena, poco a poco se apaga.

Persigo la muerte etérea y me espera en mis sueños.
Como patria roja, carcomiendo la agonía andante.
Cabalgando sin sombra, escondiendo un cuerpo errante.
Cuya sangre hierve frió en estos versos.

Jugueteando bajo la lluvia de recuerdos,
Se olvida el dolor de las almas desfiguradas.
Que viven en coma, al despertar atormentadas.
No he podido volver a los anhelos perdidos.

Descienden al interior, a obscuras, las tormentas.
Roban sangre, la savia de un orbe agonizante.
Acumulan lúgubres cenizas, enredadera pensante.
Y se vuelven pesadillas y quimeras engendradas.





Poesía
Vete y no vuelvas.

Vete y no vuelvas.
Desenreda tus pesares por la calle madre.
Vete y desmorónate.
Acurruca la empírica dolencia del crecer.
Vete y desángrate.
Apuesta a que no regresaras viva del volcán.
Vete y desciende si eres capaz.

Quiero oírte llorar.
Quiero escucharte gritar.
¡Mil voces!
¡Mil voces!

Sediento estoy y sigo vivo.
Podredumbre en mis manos,
Confederados en la inmovilidad.
Atadas desde la garganta
Con cadenas de madera,
Hasta en las caderas.

Vete y desnúdate.
Bracea al centro de mi estigma,
La herida abierta esta, envidia maligna.
Vete y desfallece.
Ahogarte en mis pesares es como darte
Placeres, sin esfuerzos pendientes.

Quiero desfilar en tus ojeras.
Quiero perderme en mi ilusión.
Para mandarte lejos de toda elocución,
Que nace de mi alma fallecida en tus mentiras.

Vete y no vuelvas,
A palpar mi mano
Ni la derecha, ni la izquierda.
Te he lanzado con mi mirada discreta.
Al abismo de los eternos olvidos.

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