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viernes, 17 de septiembre de 2010

Poemario - "Ojos verdes amados"

Poesía
El búho.

En la sombra del bosque,
Donde las arboledas taladas.
Y las tierras áridas, cuajadas.
El búho aun se esconde.

-En el bosque-

El talador cortó, el único cobijo,
Las sólidas y hábiles secoyas.
El talador mató el hogar,
Del ave nocturnal.

-El búho-

En un vergel impedido de rosas,
Con sus gratos olores fuera del umbral,
Reposa dormido, en el árbol fantasmal.
El búho cohibido está entre las ramas.



Poesía
Soy una isla.

Soy una isla.
Soy una isla en el mar.
Como una isla en la soledad.
Añorando en vida, la compañía.

Soy una isla, quizás.
Soy una isla emblemática.
Soy una isla de verde anhelo.
Soy un hombre tosco capaz
De adquirir virtudes y felicidad.
Se que tengo raíces y profundidad.

Soy una isla,
De Verde Esperanza.
Soy una isla pensante,
Soy una isla viviente.
Soy una isla veraz.

Soy una isla que persigue,
Sus sueños locos,
Con la fuerza y
La luz de su interior.
Que me a dado, solo Dios.



Poesía
Espero, que me esperes.

Creo que, a veces, el tiempo se detiene.
En la madrugada de mis ojos sedientos.
Por tu eclipse total, en desiertos adeptos.
Es que espero, que me esperes.

No me busques si demoro, se paciente.
Si contesto a tiempo tu llamar, siendo fiel
Por mi presencia, al calor de tu piel,
Fundida, por nuestra sequía, se impaciente.

Es que no quiero demorar el encuentro,
Añorando en mi fantasía, casi perdida.
Por favor, deja que llegue, el mejor momento.

Deja el temor y el dolor,
En los eternos olvidos.
Véngate y perdónate, por mi esperar.
Baña tus ojos con copas de vino,
De latidos míos y viva añoranza.

Desenreda tus cabellos negros.
Déjalos flotar al compás,
De tu par de corolas rosas
Te quiero ver florecer y danzar.
Afiérrate al amor y a la esperanza.
En los buenos recuerdos de nuestro caminar.
Perfecciónate en las virtudes, tu mi estrella.
Tu mi flor eterna, la bella sinfonía materna.

Las aguas que te seducen, desde tu interior.
Los oleajes y diluvios de sentimientos.
No son pasajeros, no son diferentes a los míos.
Son de una sola rítmica canción superior.

Desengaña las frases que escuchas.
Las que te dicen que jamás me veras.
Realmente guardas muy cerca de tu mente,
Un hondo pesar, que he de quitar.
Por mi tu esperas mi llegar.
Por mi estas pendiente de mi esperar.

Creo que, a veces, el tiempo ya no se detiene.
Es que espero ahora, que el sol se oculte,
En el despertar de tus ojos alegres.
Y de nuestros encuentros,
En cada noche a solas,
Y con románticas velas.



Poesía
El puente en la montaña.

Solares de álamo pueden verte
Saliendo de su calido escondrijo.
Esbozó la hermosura y él se dijo;
Querer y amar es creciente.

-Sigue diciéndose-

Ella se enciende por la bondad.
De un corazón hastío, por su amor.
Que me perteneció, en mi interior.
Antes de saber la cruel verdad.

-Está pensando en ella-

Seguiré viviendo el recuerdo.
De haberte conocido Pequeña, bella Montaña.
Complacido estaré, después de cada mañana.
Compartías tu querer viviendo.

-Fantasea despierto-

Pronto dejare de esconderme
Bajo el puente de mis sueños
Que encontré en la montaña
De mis galos pensamientos
Acariciaré mi solar fantasía
Deseando con reales anhelos
Y teniendo fe sin perderme.



Poesía
El puente

Que niña tan bonita,
Cuando la vea partir,
Sabré que dejo ser mía.

Volviendo a verla,
Sin saber de ella.
Después del tiempo
Caminado y olvidado
En el pasado.

Con un abrazo y un beso,
Mimetizado en mis sueños,
Saludo y sollozo tiemblo.

Vuelvo a escuchar un te amo,
Y entre abrazos apretados,
Diviso con la frente en alto.
Esbozan mis ojos el horizonte,
Con el alma suspirando vida.
Atento de encontrar el puente.

El Puente II

Si corres tras de mi,
Y yo bajo el puente,
No grites, por favor,
Ya se quien eres.

Suspírame un te amo,
Llámame tú mi amor.
Escríbeme en tu corazón.
Relátame en tus ensueños.

Ahora te pido, estrella mía,
No me rechaces los besos,
Pues me serían y dolerían,
Dentro de mí como punzón.

Si corro tras de ti,
Y tú, bajo mi puente,
Mira hacia arriba niña.
Tal vez te este buscando,
En los velos de cielo,
En nuestro paraíso eterno.

Te suspiro de alma.
Te llamo sin alivio.
Te escribo en mis ojos.
Yo te relataré siempre,
Un divino sueño mío.
De colores alegres y vivos.

Tus besos fugases son suaves,
Que guardo en los lirios.
Son labios húmedos y finos.
Rebozando en las noches azules.

El puente III

Caminando sin rumbo viví.
Anhelando en fantasías,
Dejadas en las lejanías.
Sediento de amor por ti.

Desconociendo tu existencia.
Yo permanecía en la profecía
De mis sueños hechos tamos,
Hechos nada en el desierto.

Alejándome al destierro y
Morir humanamente solo.
No seria justo para los dos.
Por mi sentencia condenada
En el eterno olvido,
En la seca mirada,
De un amor no dejado.

Recapacite tarde al recorrer acompañado,
De mi nena panda durmiendo en la flor.
Viaje en noches frías al arco intransitable.
Y descendimos de tu morada sin darme
A la razón que seguíamos al pie de la letra
La secuencia de mi sueño interpretable.

El arco, el puente, no has gritado un
Te amo un te quiero y yo molesto.
En la realidad me sosiego.



Poesía
De lágrimas cristalinas.

Los suspiros penetran sin consuelos,
En las almas se mecen inquietas,
Por los sedientos arroyuelos.
Ya se escuchan sus maullidos.
Llenos y sollozos de anarquías.

Aparece la lluvia aparente en lágrimas.
Gotas cristalinas que alivia la tierra,
Y que vida reclaman en las entrañas.

Se aumentan y siguen los suspiros.
Desterrados por ser difusos y profundos.
Que dulces serán en su amarga abundancia.
Donde caerán las serenas chispas sin prudencia.

Son de lágrimas cristalinas,
Las que tapizan rostros de horizontes.
Aparecen poco a poco los colores vibrantes.
Mas allá dentro esta, un iris punzante.

Semillas de negro mate.
Miran calidos y caen cristales.
Se besaban gota y mejilla.
De la niña Colombina.
Se escabullo por el camino
Sigiloso el cuarzo albino.

Y se entierra en la comisura
De los labios carnosos y finos.

La blanca doncella de porcelana
Ahora se anida en su cuna
Llena de corolas y miel rubí.
Centellas de hadas se posan
En el pómulo de Serafín.
Son sus lágrimas templadas,
Son de lágrimas cristalinas.



Poesía
Deseas ser mía.

Deseas ser mía hoy.
Deseas amanecer en mí,
Pero aun no puedes,
Te faltara desconocerme.

Si lograras alcanzarme.
Alcanzarme en la victoria,
Escondida en mi faz.
Habrás ganado de un solo solaz.

Deseas que nuestro amor
Sea recíproco, donde yo
Te apoye para protegerte
Donde tú me apoyas,
Para lograr sostenerme.

Deseas venir a mí y abordarme.
Deslízate suavemente en mis sueños,
A mis anhelos conócelos.
Y con tus manos escudriña,
En los más ocultos,
A los más escondidos,
En los pasivos diluvios,
Aquellos sentimientos,
Desconocidos y enigmáticos.

Yo no tengo un mundo,
Sé que pronto lo tendré,
Serás tú mi mundo,
Serás tú mi ser.

Deseas ser mía, pues
No te arrodilles a mis pies.
Absórbeme, róbame y guárdame,
Amándome dentro de tu querer.



Poesía
Ritornelo apasionado

Serena la noche.
Con vino y velas.
Serena la noche.
Reluce una estrella.
Serena mi amada.
Es mi flor eterna.
Serena mi amada.
Es mi flor de estrella.

Inquiero repuestas del cielo.
Del fruto de la vid al mosto.
Capturo la estrella fugitiva.
Del mosto tinto al olfato.
Cálida en mis manos, fuego frío.
La sardonia rosa perdida.¬
Del agudo olfato, al vivo gusto.

Adelfas blancas y negras unidas en sus derroches
El vino gustoso de miel salina.
Madre perla, lagrima cristalina.
Guardas guerreros, fieles a las mil y una noches.

De una vida saturada en muerte.
Gloria celestial en las tierras pobres.
Aureolas y ángelus concedidos en bendiciones
Reliquias escondidas en cofres.
Un génesis y éxodo del hado verde.
Alas de Elohim sus plumas son espadas de virtudes.



Poesía
Pequeña Montaña I
(Para Brenda Tsen-Sun Domoto)

Del blanco Oriente,
Ella de muy lejos viene.
De lejos se mueve.
Un Sol rojo rugiente.

Pequeña, con su grande fe que tiene.
De su amistad, tan fuerte como una montaña.
Sobre todo tesoro escondido, su corazón guarda.
Y con su propio amor, ella prevalece.

¡Pequeña montaña! ¡Pequeña montaña!
Es tu nombre bañada en agua, bautizada.
¡Que hermosa eres! ¡Que hermosa eres!
Vives y naciste, feliz en el Sur de Taiwán,
Y te conocí en mi caluroso país, Panamá.


Pequeña Montaña II
(Para Brenda Tsen-Sun Domoto)

Serena esta la noche.
Y las luces de estelas
Ceden su tiempo solaz
Derramando en rolde
Por las frentes su rocío.

Creciente amor, no pasajero, de los olivos.
Olor penetrante que disipo el amargo sentimiento.
Me duelen los ojos al llorar por el recuerdo.
Radiante diadema que viajo lejos.

Dios retórname el lucero que perdí en la penumbra.
Pequeña Montaña resucitarás mi fantasía helada.
Niña pelinegra, tu alazán esta triste en la ensenada.
Soledad no me acaricies hasta que la muerte me descubra.

En mi pensaras por milenios
Al no vernos, eso que importa.
Al menos vives en este mundo.
Se que volverás, se que lejos estas.
Y aunque no pueda verte,
Un lema te dejare como estandarte.
Por hermandad, unidas nuestras almas.




Poesía
Tú entras, caminando lento, a mi corazón.

Roces en la piel, roció en labios risueños.
La suavidad del viento seduce la primavera,
Para dormitar en tiernos sueños.
Las tempestades y diluvios del invierno
Se mesen como si fuesen dulces anhelos.
El sol y el fuerte muro de nubes
Desertaron al fin el liderazgo del firmamento.

En cambio, sigo caminando
Por el sentido, oculto en alguna parte de mí ser.
Caminando en valles, con horizontes
Llenos de luz y esperanza.

Y mientras estas lejos recorres
Los mismos encuentros y rincones
Dejados al descubierto por manos haladas.
Un espejismo te guía, son huellas, son pisadas.
En la arena, un cúmulo de alegrías, en la vida.
En la semilla, providencia y más dicha.
Tú entras, caminando lento, a mi corazón.

Y no logro sentirlo y no logro recordarlo.
Es momentáneo y es difícil de apreciarlo.

Tal vez, si al final del tiempo llegues
A encontrar la línea delgada de mi vida
Iluminando con luces el pasillo y mi habitación.
No cerrare aquella entrada.
Veras el graffiti dibujado
En la puerta de mi corazón.

Tú entras, caminando despacio, a los latidos.
Tú entras, caminando lento, al corazón.



Poesía
Versos Dramáticos

Meditando...
Meditando, observando el mundo interior
De palabras que me dejan en la soledad
Y acompañado de ella me siento
Igualmente solo, aunque no quiera.

Desesperado por encontrar la salida
En el despertar del coma de vivir.
La muerte me rechaza
Y no me descubre al verme
Y si pregunto por ella
Me dicen que se fue
De viaje al infierno.

El día en que me enamore
De la más bella mujer
Mire a sus ojos y murió
El olvido de todo atardecer
No quiero volver a ver
Esos ojos negros de mujer
Para no volverme a enloquecer
Por una de esas o más bien
De una perdida, ilusión.

Y fue igual como mi amiga la muerte
Se fue de viaje al infierno, pero sin retorno.
No me despedí de aquella mujer, por miedo.
Para que no regresara,
Con maldiciones y su averno.
Camine kilómetros para desintoxicarme,
De los baladros del ser
Dominante que me engendro.
Y como mi padre dice:
Te has graduado de vago,
Y no haces nada para ganártelo.
Pero vales mucho más.
Con esto me pregunto si…
¿Como un muerto en vida?

No quiero ver la hora de muerte de mi sueño.
Y no quiero olas de parcas atacando mis delirios.
Más no quiero sucumbir tendido en la tierra negra,
Frió y lleno de muertas ilusiones.
Y jamás ser enterrado de cabeza,
Con mi putrefacta carne seca de espejismos
Y anhelos perdidos, sepultados y revividos.

Otra historia seria si les cuento:
En el camino encontré un río,
En el río, unas rocas sonrientes
En sus sonrisas el resplandor
De un sueño fantasioso que no tiene fin.
Y en la fantasía sin final
Me encontré conmigo abrazándome
Y al momento del acto
De esa expresión,
Corría y me escondía.

Seguí recitando en torno
Al confín del universo
Y no levitaba en las sombras.
Más bien, las utilizaba como escalinatas
Para subir al infinito del mundo exterior.

Cúbicos espacios, las puertas paralelas,
El sitio árido con pantanales divididos.
Y es ahí donde residía aglomerado
En ritornelos apasionados.
Escondido, sentado y pensando.
Nunca vivió solo, fue amado por ella.
Retorno del olvido al sentido.
Encontró la salida de la entrada.
Y no la cruzo, más bien me quedo
Y medito, en versos dramáticos.




Poesía
El alma tiene mil secretos

Nació un menguado recuerdo ahogado.
Ella seduce aquélla voz lanzado,
En lagunas flotantes de lágrimas, vacíos.
Desfilan pequeños pies, descalzos a mares.
De niños en sus calles, son sus hogares.
Padeciendo hambre por eternos fríos.

Muere un temeroso olvido rasgado.
Escurriéndose lento en la acera.
Como gotas de sangre en pasos falsos.
Coagulan en las encías un odio de ayeres.
Es cera caliente en tus dedos limpios.
Fusionándose alrededor de los míos.

Resucita un eterno suspiro vago, sin vela.
Que la noche, en llamas, canta a capela.
El alma tiene mil secretos, secretos en vano.
En aquel poeta que duerme, sentado,
Pintado de verde y de azules anhelos,
Que ora sin invocar, en sus dulces sueños.

Vive el espíritu en un eterno cielo atrapado.
En mil secretos de justificadas almas y mártires.
Revelo profecías en rocas y en rajados velos.
Ansía copas y trompetas, sellos en amaneceres.
Aquel poeta mayor, prometió volver, de sus albores.
Implantó en su orbe, estas tierras y estos cielos.




Poesía
El caminante en el cielo azul.

Senderos en los hados, clavan maderos.
Caminos, rotondas, caminos redondos en los cielos.
Relatos y mil corazones, relatos y mil velos.
Mis memorias sí marchan con panderos.

Un caminante en el cielo azul,
Dispuesto a encontrar el camino con empeño.
Una vez el amor caminó con él, en lívidos sueños.

El subió al cielo, sin avión, sin elevador.
Busca su favorito eterno sendero, sin alas.
Epitafios relatan a vivas voces que me amas.
Los maderos son el eco, diluvios del rojo reloj.

Aislarse en una isla para encontrar la soledad,
Será lo único que comerá tu alma quebrantada.
Toma la mano del caminante y a la fantasía te llevara.

¡OH! El caminante levitando en el cúbico espacio.
Esta es tu vida, equivalente a un minuto de las historias.
¿Qué harás con ella? ¿En un lapso de tiempo qué harías?
Mundos que son inhabitables y la tierra agoniza despacio.

El caminante en el cielo azul,
Duerme su hora, fantasea la realidad.
Descubre la esfera rosada perdida,
Y pisando aquellas cenizas que son blancas,
Deja unas huellas amarillas.

Solsticio de media noche, estrellas del claro cielo.
Embelesan la ignición a través de los pies
De un caminante dejado atrás, por el clamor
De un pueblo sellado por la eternidad.
Manecillas largas del rojo reloj, erigen un camino.



Poesía
Rosa niña de cabello negro.

Rosa fina, rosa amiga,
donde te escondes de madrugada.
Cuando la mañana empieza a delirar.
Tu hipérico membrillo se ha esparcido,
Cobijado en los crepúsculos,
de una rosa de cabellos finos.

Naturaleza mimetizada en el rostro
Divino de Dios, canon de silvestres lirios.
Oraciones fervientes por semillas de girasol.
Los arcos se estremecieron
al crecer las enredaderas.
La historia de un rey viejo
Que se fastidio de su corona
Y el conocido pescador
Que su red rompió.

La rosa niña de cabello negro,
usurpo sin descuido los objetos dejados
y arreglo con amor los deseos de estos dos.
Hombres que en un reino viven
Con nombres llenos de dolor.
El viejo rey Rufio, por su rutina.
Y el pescador Lucio lúgubre,
Por su sombría vida.

El rey encontró la red usada,
el pescador la corona que brillaba.
Y envolvía el muro,
El arco de los olvidos.
Se tendió el sol en el lago.
Y amaneció al instante al toque
de los objetos desconocidos
por estos dos pobres hombres,
que cambiaron de vida,
que aborrecieron sus antiguos
emblemas importantes sin anunciar
su renuncia a la rosa niña de cabello negro.

Cabalgando un caballero,
Por la espesura de todos
Los bosques conocidos y desconocidos.
La aventura que le toco vivir
Fue en su propio corazón,
Topándose con la rosa niña,
un saludo galante sin tímida sonrisa
se acerca a la rosa señorita,
ella soñadora al encuentro de sublime,
ella durmiente al calor de una nuevo alba.

Los dos hombres se acercan,
clamando uno que no se la llevara,
y el otro ordenando que la dejara.
Más ningún caso omiso, el caballero decidido
a casarse con la rosa niña de cabello negro,
todo por no reconocer quien era el viejo rey
y quien era el antiguo pescador.

Y así el viejo rey y pescador
dejados atrás se desencuentran
en las marañas y pesadillas,
anhelando nuevas fantasías
sepultando muertas hebras negras
de la rosa niña de cabello negro.
Rosa fina, rosa amiga,
el caballero te desposo,
ya no te esconderás
en los ojos del sol.




Poesía
El arte de amarte I

Mis brazos fuertes, te encuentran solo en sueños.
Quiero más de ti, pues contenerme las ganas
De verte, tocarte y besarte son casi vanas.
Alcanzarte para estar unidos es con mucho empeño.

Mi inquietud es poder descubrir tus secretos.
Buscare todos los tesoros escondidos.
El buen camino para empezar a escudriñar
Serán en tus ojos, son tus bellos ópalos.
Y en cada una de tus joyas preciosas.
Donde cosechare con interés,
El hipérico corazón con el temblor
Y canción a colores de cigarras.

¿Cómo aprender del amor y amarte?
¡Pediría, anhelaría el de enamorarte!
¿Cómo llegar al centro de tu ser sensible?
Es arriesgado el de querer y ver.
Es primordial el de conocerte,
Y verte cerca constantemente.
Pues día tras día conseguiría ganarte.
Espero dejar atrás el afán de ilusionarme.

¿Qué es el arte de amar?
No puedo dejar de pensar
En tu ser dedicadamente.
El arte de amar…
¿Qué es para mí tu ser?
Que es de tu pertenencia,
Y que debo respetar,
Hasta con los ojos.
Defenderé tu esencia,
Por que es considerado
En la naturaleza
Del propio hombre terrenal,
Como la beldad maternal.
Alma apasionada, con tierna belleza.

El arte de amarte.
¿Acabaría esto algún día final?
¿Qué es más posible y esencial?
¡El dejar de pensarte!
Mejor seria el de quererte.
Desafiando al propio sol.
Atravesando las murallas.
Con mi aliento grabando
Frases y palabras imposibles
De interpretar, letras sensibles,
Ni por las manos del más sabio.

Aprender a amar,
Y seré por fin correspondido.
¿Seguiré siendo el tonto iluso?
O estaré en vida solo y quedarme
Por siempre dormido.

El arte de amar…
Déjame encontrar
Tu virgen corazón.
Siempre lo he dicho
Siempre lo diré,
Así lo creeré.

El arte de amar…
Es tu virgen corazón.
No un trofeo.
No una deuda,
De parte de Dios.
Es más que un
Trocito de carne.
Es lo más puro y sensible,
Que me gustaría tocar.
Con todo el derecho adquirido,
Pues si quiero ser correspondido,
En su tiempo que se me ha de dar.

Atiende a mis preguntas,
Al sensible y perceptivo,
Hombre que soy.
Cada día doy,
Un poco de mi instinto,
Aquel que está en las Alturas.

Es mejor la capacidad,
Y no la cantidad.
En lo poco, soy fiel,
Y como soy pequeño,
Se que mucho podré,
Se que mucho haré.

¡Correspóndeme por favor!
Te lo pido y lo anhelo,
Con cada noche de desvelo,
Y con mucho fervor…
Del corazón que aprendió,
Para amarte como un arte.
En cada lento y seguro instante.

El arte de amarte II

Aprendes mucho de tu sencillez y destreza.
Ideas y formas de pensar no complejas.
Palabras pequeñas y muy directas.
Necesito aprender de esa sutileza.

Te estudio con mis ojos y mi alma.
Te comprendo pero prefiero quererte.
Por que eres una mujer diferente.
Todo esto es mi capacidad de amar,
Todo esto es el arte de cortejar.
Ten por seguro que en mí ahí mucho más.

Quisiera regalarte una corona de rosas blancas.
Para que adornen tu atractivo semblante,
Y poner en tu cuello un collar de estrellas,
De color magenta, para que resalten tus pechos.
Dirás que soy un atrevido con malicia,
Osado, gallardo, caballero y digno, si soy,
Respetando tu belleza que admiro hoy.
También quiero poner en tus pies,
Zarcillos sonoros de oro blanco, te haré,
Tachonados de plata, para cuando camines,
Recorras con delicados pasitos, nuestras habitaciones.

Si el arte de amarte es vivir junto a ti,
Permanecería despierto día y noche,
Para verte, sentirte y sobre todo amarte.
Quiero dar buen final con la felicidad y
Escuchando las palabras que te dirán:
¡Quiero pertenecer a tu ser, ha de estar apasionada!

Alma vehemente, alma de mujer sedienta,
De mi fuente eterna, de mi infinito manantial.
Apreciaras el de vivir con el hombre,
Que te enseñara El Arte de Amar,
De seguro me amarías desnuda y fatal.
Si te instruyo todo el arte de cortejar.
El arte de amarte es para siempre,
Por el infinito universo, eternamente.
Así como lo es el paraíso sin fin,
Que pronto construiremos aquí,
En nuestro universo lleno de fantasías.

He de conquistarte.
Se que me hallaras,
En el Edén de las glorias.
Amarte será una dicha, me acariciara,
En los costados, igual que Adán.
Cuando le fue sacado,
La costilla del costado.
Así nació la mujer
Y el amor creció.
Este sentir, jamás pereció,
Entre los dos, el querer,
El amor de los dos,
Siempre permaneció.
El amor jamás desapareció.
Desde el primer día de la creación.




Poesía
"Ojos verdes amados"

Una tibia calidez, sentí el recorrer,
De una lagrima que empujé,
Al espacio seco de mi mejilla.

Mis ojos verdes con retratos dentro,
Ven la única faz que provoco,
El tímido sollozo silencioso.

¡Mis ojos verdes amados!
¡Mis ojos verdes eternos!

Verdes, por que guardan la esperanza y la fe,
Hasta que se escuche el último toque lejano
De una diana clandestina en su amanecer.
Quisiera por fin algún día conocer,
En cada esperanzado azul anhelo,
Incluso en la fantasía de su atardecer,
Aquel semblante de mujer que amé
Y que alguna vez en mi vida cortejé.

Verdes, naturalmente por poseer,
Mucha fe, vida y energías.
He derramado incontables veces,
Muchas de mis lagrimillas.
Por mi proceloso pasado,
Siempre solo y en privado,
En aquellas perdidas vidas…

Verdes son frente al sol y algo tristes.
¿Será la melancolía ordinaria?
¿Que ha deprimido este corazón puro?
¿O es por amar demasiado?
Hoy quisiera que tocaras,
Mi liviano pasivo rostro.
Y que en dulces momentos
Deslizaras con ternuras, suavemente,
Con tus blancas, pequeñas manos,
El rubor tibio, de aquellos besos
Que dividen mi quijada sonriente.
Y con mucho cuidado, roces con tus dedos,
Mis húmedos labios, dispuestos a besarlos.
Húmedos, por culpa de mis ojos verdes amados.

Verdes, algo trémulos es la inquietud,
De conocer el amor admirable,
Que se oculta detrás de la locura envidiable,
Que aún permanecerá en esta quietud,
Al igual que mis ojos verdes eternos.

Verdes y para el amor le es complementario.
Roja es la pasión como frutos del panal.
Del origen enigmático, en sus virtudes vitales,
Centinelas protegen su más valioso inventario.
Pero ellos, dominaron con sus frialdades,
Dejándolo sin lo más primordial,
Despojándolo de la capacidad,
De obtener amor y felicidad.

¿Quiénes desertaron de su esencia las virtudes?
Pues fueron la desesperanza y la soledad.
¿Cómo es posible?
Si Él siempre le habla y le dice:
No te dejes caer, sin parar.
Eres pequeño y mi voluntad,
Te forjará para crecer aún más.

Mis ojos verdes, aun húmedos,
Por contemplar la expresión,
De Él y de sus ojos adeptos,
A mi oportuna existencia.
Por ver a mis ojos verdes esperanzados.

Verdes, en sabiduría y conocimientos.
Sufren con el llanto, perdido.
Aman el sollozar, soñando.
Así apremian mis ojos verdes amados,
Sin compañía a mi lado, desconsolados.



Poesía
Princesa Guerrera

Niña levántate y quédate,
Con el hipérico resplandor.
De aquel que nos salvo.
Nuestro Jesús el Salvador,
Que es nuestro servidor.

Talita cumi.
Talita cum.
Te deleitas
Con él, en comunión.
Que es su paz y amor.

Te he visto cabalgar vestida,
Como una princesa guerrera
Con tu espada en la cadera,
Sin desenvainar y de oro, revestida.

En tu escudo,
Tienes tres símbolos vivos,
De un Castillo, Águila y León.
Fue un dulce sueño ¡perfecto!
Pero lo interpreto, sin defecto,
Como una reveladora visión.

Cabalgabas en una carrera,
Y corrías tan veloz y confiada
De ganar y llegar a la meta.
Sentada en el dorso de una pura sangre,
¡Que hermosura blanca yegua!
Con los ronzales de pesada plata.

Ibas como volando sin alas,
En la amplia sabana
Del Reino de Jerusalén
Pues tu meta era
Cabalgar hasta llegar
Al pequeño pueblo de Belén.

Al caer la noche buena,
Tu cabello negro ondulado
Se volvía y de día
Blanco lacio se convertía.
Tus ojos claroscuros
Como perlas negras,
Desde el comienzo
De la noche siempre eran.
Pero al amanecer, color turquesa.
Tan brillantes y semejantes
Al espléndido azul zafiro.

La túnica puesta en tu ser,
Es de un buen carmesí.
Así es cuando amanece en ti.
Quiero ver al anochecer,
Tu nueva vestidura.
Sé que seria bella,
Para ti mi estrella,
Una verdadera hermosura.

Talita cumi, talita cum.
A ti te digo, a ti te llamo;
Niña levántate y espérame
En cada uno,
De mis dulces sueños.
Soñando despierto.

En lívidos lirios, sueño despierto.
Amarga realidad, los anhelos y codicias,
A veces se marchitan, escaso de mil fantasías,
Siempre estoy delirando a lo lejos.

Se arrima el silencio,
Acarician tus pómulos hermosos.
Se aglomeran murmullos de sonrisas.
Al sondeo de libres pupilas,
Indagan a su diestra.
Y expiran de a momentos.

Cerca estas de mi presencia.
Y al mirarte a los ojos,
Tu iris punzante estalla en carisias.
Armonizando mi delirio de cortejos,
Tu manzana carnal salta de alegrías.

Al delirar rendido estoy.
En mis sueños, golondrinas florean
Las estrellas, silban y brillan.
Desato mi ancla, viajando voy.
En la noche despejada,
Un cometa me baña,
Con mil sabores de virtudes.

Fantaseo hasta semidormido.
Entrelazando alas y plumas,
Orando con los ojos cerrados.
Rozando nuestras almas.
Despertando en las ventanas
El radiante nido enlazado
A la purísima virtud del amor.

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